lunes, 16 de agosto de 2010

-AGENCIA ESPACIAL MEXICANA-PRONTA CONCRECION-


-EMBLEMA DE LA AGENCIA ESPACIAL MEXICANA-

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-Alistan despegue de la Agencia Espacial Mexicana-En el campo de las ciencias de la tierra, México podría desarrollar pico, micro y nanosatélites para cubrir las necesidades de investigación propias.

Ciudad de México /Agencia El Universal.- Tras un prolongado receso de más de tres décadas, cuando por decisión del entonces Presidente de la República José López Portillo fue desmantelada la Comisión Nacional del Espacio Exterior —en 1977—, el país retoma el sendero perdido y de nuevo vuelve la mirada al cielo, tras la aprobación oficial para la constitución de la Agencia Espacial Mexicana (AEM).

Al menos en el papel y tras la publicación del decreto correspondiente en el Diario Oficial de la Federación por el presidente Felipe Calderón, el pasado 30 de julio, México cuenta ya con una entidad que formará parte del sector coordinado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y que será la encargada de formular y ejecutar las líneas generales de política espacial.

Pero trazar esas líneas estratégicas de desarrollo de modo que se ajusten al contexto internacional y a las necesidades propias del país será un reto mayor para los impulsores de la AEM, quienes ya tienen lista la plataforma de lanzamiento y ahora deberán, a través de una serie de mesas y foros de análisis (como lo prevé la ley en sus artículos transitorios) definir el rumbo a seguir.

“La agencia debe tener tres ámbitos: ciencia básica, tecnología e industria. Detrás de ellos estaría la formación de recursos humanos especializados y el tema de las relaciones internacionales, porque será importante cuando necesitemos colaboración extranjera en algunos proyectos”, considera el doctor José Francisco Valdés Galicia, director del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

En el campo de las ciencias de la tierra, añade el académico e impulsor de la AEM, México podría desarrollar pico, micro y nanosatélites para cubrir las necesidades de investigación propias, pues resulta complejo obtener imágenes de otros satélites extranjeros que ya están en órbita, además de que a veces éstos suelen rastrear eventos que no son de gran interés para el país.

Ciencia e innovación

Valdés asegura que la observación desde el espacio, que brinda una mejor perspectiva, puede aplicarse a un sinnúmero de objetivos y actividades: las cuencas hidrológicas, el decremento de las áreas boscosas, la extensión de manchas urbanas, el monitoreo de volcanes activos en territorio nacional, los océanos y las franjas costeras, sismos y fallas geológicas, las fracturas en la tierra o las consecuencias de los huracanes.

En astrofísica y astronomía, completa el investigador, hay varios proyectos de alcance internacional en marcha, como una cámara especial (RATIR) para monitorear explosiones de rayos gamma, así como el observatorio JEM-EUSO, que hará lo propio con rayos cósmicos de alta energía.

En ambos participa la UNAM, institución que al lado del IPN, concentra al núcleo más numeroso de los aproximadamente 150 investigadores espaciales que hay en el país.-

El doctor Rodolfo Neri Vela, quien orbitó nuestro planeta abordo del transbordador espacial Atlantis en 1985, señala que el diseño y fabricación de diminutos satélites, junto con su equipo asociado en tierra, son sólo una parte de las áreas que el país debe tomar en cuenta para continuar en su camino hacia el desarrollo en la materia.

Aunque sean pequeños y rudimentarios —dice— poco a poco podrán mejorarse en la medida que dominemos tecnologías asociadas con ellos como nuevos materiales, antenas de reciente generación, amplificadores de potencia, baterías, celdas solares, sensores, cámaras, espectrómetros, sistemas de navegación y orientación, entre otros.

“Estos pequeños satélites se emplean para tareas muy específicas, como el monitoreo de la cantidad de ozono disperso en la atmósfera, algo que un satélite grande no puede hacer.

En este ámbito, México tiene todas las capacidades, porque cuenta con gente que sabe diseñar instrumentos espaciales”, comenta el doctor Alejandro Farah Simón.

El investigador del Instituto de Astronomía, quien participa en el grupo de trabajo que construye la cámara RATIR, que será acoplada a uno de los tres telescopios del Observatorio Astronómico Nacional en Baja California, argumenta que en el área de dispositivos de geolocalización vía satelital, México podría dejar de depender de otros países como EU y Rusia, que administran y venden estos servicios de enlace a través de sus sistemas (GPS y GLONASS).

Entre los planes de la agencia también habría que incluir, añade el doctor Neri Vela, hasta ahora el único astronauta de origen mexicano, “sistemas de propulsión, pequeños cohetes para estudios en la atmósfera, diminutos aviones no tripulados impulsados por hidrógeno para vigilancia y sistemas de seguridad nacional, teleciencia en microgravedad, robótica y cooperación en misiones interplanetarias, aunque sólo fuese en 1%”.-

-El astronauta estadounidense de ascendencia mexicana José Hernández Moreno y el ingeniero Fernando de la Peña, también promotores activos de la AEM, proyectan que ésta cuente con financiamiento no sólo del gobierno federal, sino también de los estados donde podrían establecerse sedes, así como de la iniciativa privada, para hacerla más sustentable en términos económicos.

Distintas sedes

Ambos dieron a conocer públicamente un programa que contempla, entre otras cosas, erigir distintas sedes para la AEM dentro del territorio nacional, a la manera de la NASA en EU, agencia de la cual Hernández es integrante.

Una de ellas sería en Chihuahua, otra en Hidalgo e incluso prevén la construcción de un centro espacial en Chetumal, Quintana Roo, donde se promoverían lanzamientos de naves con fines turísticos.

“Nuestro plan 020 está basado en una visión que busca ofrecer resultados a corto plazo y que rápidamente beneficien al país.

Según estadísticas de la NASA, hacia 2021 habrá unos 18 mil pasajeros dispuestos a realizar turismo espacial cada año”, comenta De la Peña en entrevista vía telefónica.

El ingeniero en cibernética reconoce que el presupuesto actual asignado a la AEM, de 10 millones de pesos, sólo servirá para dar los pasos iniciales y confía en que poco a poco se sumarán al esfuerzo otras entidades mexicanas e inversionistas internacionales.

Bajo ese esquema, apunta, sólo 30% de la inversión que se logre provendrá de los gobiernos y el resto de la iniciativa privada.

“Proponemos un esquema de integración más enfocado hacia la ciencia aplicada, que beneficie a todos los sectores, al dar desde un mejor pago a los científicos hasta el registro de patentes y el desarrollo de productos para manufacturarse y comercializarse en México”.

El doctor Neri Vela no comparte esta propuesta, pues duda de la “bondad” de la iniciativa privada e indica que los programas de la AEM, al menos inicialmente, tendrán que sustentarse con presupuesto del gobierno, pues como mínimo “se requerirán entre 30 y 50 millones de dólares al año y aun así seríamos de las agencias más chiquitas del planeta”.

Tampoco está de acuerdo con la iniciativa de promover el turismo espacial, que afirma, “debe ser ajena a la AEM, tal como sucede en la NASA y otras agencias del mundo.

Este tipo de cosas, que son costosísimas y todavía no operativas, no nos ayudarían a desarrollar ninguna tecnología propia.

Sería derrochar el dinero en un proyecto sin éxito seguro”, comenta el astronauta.

Hacia una red de tecnología y ciencia espacial

La experiencia en el desarrollo de ciencia y tecnología aeroespaciales en México se remonta hasta mediados del siglo XX, cuando se lanzaron cohetes experimentales para sondear la atmósfera, y ahora con la constitución de la AEM, los esfuerzos dispersos de al menos 150 científicos e ingenieros que han seguido trabajando en esas áreas deberán articularse dentro de un plan nacional.

Así lo señalan especialistas quienes afirman que el país cuenta con los elementos para dar los pasos iniciales en ese camino.

“Tenemos que definir nuestros propios intereses, necesidades y capacidades. Hay muchos recursos humanos con experiencia aeroespacial, sólo es cosa de coordinarlos y apoyarlos”, expresa el astronauta Rodolfo Neri Vela.

José Francisco Valdés Galicia, director del Instituto de Geofísica de la UNAM (que cuenta con un Departamento de Ciencias Espaciales) recuerda que a principios de este año se elaboró y envió una propuesta al Conacyt para constituir una Red de Ciencia y Tecnología Espaciales, que busca coordinar estas actividades para que puedan vincularse con los intereses del país.

“La implementación exitosa de la red requiere la cooperación práctica de sus miembros, la integración eficiente de sus recursos y la creación de una infraestructura adecuada”, se lee en el documento mencionado, en donde se plantean diversos proyectos de investigación e innovación para lograrlo.

Entre dichos proyectos se incluyen varias áreas de conocimiento como astronomía, astrofísica, ecología, física, ciencias del mar y limnología, de materiales, de la tierra y espaciales, así como varias ramas de la ingeniería (mecánica, mecatrónica, telecomunicaciones, cómputo y electrónica).

Esas actividades se enfocarán a líneas de trabajo que abarcan desde la seguridad territorial hasta el desarrollo de instrumentos y la vinculación con la industria aeroespacial.

“El valor de la producción de esta rama fue de 3 mil millones de dólares el año pasado.

Esto nos dice que hay una industria activa; debemos fijarnos en esto para incidir en la relación con la academia”, dijo Valdés.

-Fuente:http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=422083-Investigacion-Edicion:ALBERTO ALIEN-(EL CONTENIDO U OPINION DE LA FUENTE NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE http://filealien-46.blogspot.com)

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